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jueves, 12 de junio de 2008

mi vida en un momento robado

Dylan hace las maletas cada noche, porque no sabe dormirse de otra forma.
y sueña con hoteles en remojo,
con lineas de carretera, con cunetas llenas de guitarras.

Dylan se afeita en el retrovisor de su coche, porque el espejo del baño solo ha visto la pared de enfrente, "y eso es muy poco para tanta barba" recita en inglés cansado.

Dylan extiende el pulgar de la mano cuando de lejos ve una autopista,
y se fuma un pitillo nostálgico que le llena de tierra el sabor de la boca.

Dylan pone cara de idiota cada vez que pregunta ¿qué es eso? cuando le dicen que si quiere el billete de vuelta.

así, esta es su vida en un momento robado, con ustedes, Bob:


Duluth es una ciudad minera de Minnesota
construida sobre un acantilado rocoso que lleva al lago Superior.
Yo nací allí -mi padre nació allí-,
mi madre procede de la Cordillera del Acero más al norte.
La cordillera del acero es una larga hilera de ciudades mineras
que comienza en los Grandes Rápidos y termina en Eveleth.
Todavía era pequeño cuando nos mudamos a Hibbing para vivir
con los parientes de mi madre.
Hibbing tiene la mina al raso más grande del mundo
Hibbing tiene escuelas, iglesias, abacería y una cárcel,
se juegan partidos de fútbol entre colegios superiores y tiene un cine
Hibbing tiene coches preparados que corren a todo meter
los viernes por la noche.
Hibbing tiene bares en las esquinas con bandas de polka,
puedes ponerte en un extremo de la ciudad en la calle principal
y ver claramente los límites de la ciudad en el otro extremo.
Hibbing es una buena ciudad,
huí de ella a los 10, 12, 13, 15, 15½, 17 y 18 años
fui cogido y devuelto allí todas las veces menos una
escribí la primera canción para mi madre y la titulé "A mi madre".
La compuse en quinto grado y el profesor me dio un notable.
Empecé a fumar a los once años y sólo lo dejé una vez
para recobrar el aliento.
No recuerdo que mis padres fueran muy cantarines
al menos no recuerdo haber compartido canciones con ellos.
Más tarde fui a la Universidad de Minnesotta
con una falsa beca que nunca tuve.
Estuve en la clase de ciencias y me suspendieron por negarme a
contemplar cómo muere un conejo.
Me expulsaron de la clase de inglés por poner palabrotas
en un papel describiendo al profesor.
También fracasé en la clase de comunicación por llamar por teléfono
todos los días por decir que no podía ir.
Lo hice bien en español más que nada porque ya lo sabía de antemano.
Para advertirme, me admitieron en un club de estudiantes
me dejaron vivir allí y así lo hice hasta que quisieron que me asociara.
Me mudé por dos noches a un apartamento de dos habitaciones
con dos chicas de Dakota del Sur.
Crucé el puente hacia la calle 14 y me trasladé a una habitación encima
de una librería que también vendía malas hamburguesas,
camisas de baloncesto para sudar y estatuas de perros dogos.
Me enamoré apasionadamente de una actriz que me dio un rodillazo
en las tripas y acabé en la orilla del río Mississippi
con una decena de amigos en una casa ruinosa bajo
el puente de la Avenida Washington al sur de Seven Corners.
Este es más o menos un resumen de mi vida universitaria.
Después hice auto-stop hasta Galveston, Tejas en
cuatro días, tratando de encontrar a un viejo amigo, cuya madre
me abrió la puerta de alambre y me dijo está en el ejército,
cuando se cerró la puerta de la cocina
ya estaba atravesando California -casi en Oregón-
en los bosques encontré una camarera que me recogió
y me dejó en algún lugar de Washington.
Fui bailando todo el camino desde los festivales indios de Gallup,
Nuevo Méjico, al Madri Grass de Nueva Orleans, Louisiana.
Con el pulgar al viento, los ojos adormecidos, el sombrero vuelto
y la cabeza dándome vueltas
vagué a la deriva aprendiendo nuevas lecciones
me fabriqué mi propia depresión,
subí a trenes de carga por divertirme
y fui aporreado por diversión.
Corté césped por veinticinco centavos
y canté por diez.
Hice auto-stop en las autopistas 61-51-75-169-66-22
Gopher Road, la Ruta 40 y la autopista de peaje Howard Johnson.
Me encerraron por sospecha de robo a mano armada,
me arrestaron durante cuatro horas acusado de asesinato
me sacudieron por tener el aspecto que tengo
y nunca hice nada de eso
en algún lugar me tomé el tiempo necesario
para empezar a tocar la guitarra
en algún lugar me tomé el tiempo necesario para aprender a cantar
en algún lugar me tomé el tiempo necesario para aprender a escribir,
pero no me tomé el tiempo necesario para hacer todas esas cosas
cuando me preguntan
por qué y dónde empecé, sacudo la cabeza,
muevo los ojos y me alejo confundido.
De Shreveport llegué a Madison, Wisconsin
en Madison llenamos un Pontiac de cuatro puertas con cinco personas
y salimos disparados hacia el Este y
a las 24 horas todavía íbamos por el Túnel de Hudson
salimos de una tormenta de nieve, dijimos adiós
a los otros tres y seguimos hacia MacDouglas Street
con cinco dólares entre los dos pero no éramos pobres.
Yo tenía mi guitarra y mi armónica para tocar
y él las ropas de su hermano para empeñar
en una semana, él regresó a Madison mientras yo me quedaba para
pasar todo el invierno yendo del Lower East Side
al Gerde’s Folk City.
En mayo, hice auto-stop hacia el Oeste y tomé equivocada la autopista
de Florida, desesperado y cansado me apresuré de vuelta a
Dakota del Sur a costa de mantener despierto todo el día a un conductor
de camión y cantar una noche en Cincinatti.
Visité a un viejo amigo en Sioux Falls y me desanimó
me desgarró e hirió duramente ver lo poco que teníamos que decirnos.
Volví a Kansas, Iowa, Minnesota, visitando a
viejos camaradas y a las chicas de los primeros escarceos y
empecé a darme cuenta de que mi camino y el suyo
eran muy distintos.
Me encontré de nuevo en Nueva York a mediados del
verano, viviendo en la Calle 28 con gente amable,
honesta y muy trabajadora que se portó muy bien conmigo.
Me mencionaron en el "Times" después de tocar en otoño
en el Gerde’s Folk City.
Grabé para la Columbia después de salir en el "Times"
y aún no puedo encontrar tiempo para regresar y ver por qué y dónde
empecé a hacer lo que estoy haciendo.
No puedo decirte quienes influyeron en mí porque fueron demasiados
para mencionarlos a todos y podría olvidar a alguno
y eso no sería justo.
Woody Guthrie, seguro.
Big Joe Williams, claro,
pero, ¿y esas caras que no volvemos a encontrar
y las curvas y las esquinas y los atajos
que se perdieron de vista y quedaron atrás.
Y los discos que sólo oíste una vez,
y el aullido del coyote y el ladrido del perro dogo,
y el maullido del gato y el mugido de la vaca,
y el lamento del pitido del tren?
Abre los ojos y los oídos y quedarás influenciado
y no hay nada que puedas hacer.
Hibbing es una buena ciudad.
Huí de ella a los 10, 12, 13, 15, 15½, 17 y 18 años,
fui cogido y devuelto allí todas las veces menos una.

3 comentarios:

Ester G. C dijo...

mierda.


bob...

Anónimo dijo...

saludos y siguiendonos viendo en la bukowskiana malasania....



www.ciudadsomnolienta.blogspot.com



Txus

Jorge dijo...

Gracias por esa reseña,que leí hoy...jejeje.

Por cierto,un gran blog,sin duda.Con vuestro permiso,os enlazo!;)

Un saludo desde el otro lado del mundo...!